CC Summit 2018: la hora de la política
¿Cómo lograr que el conocimiento sea fácilmente accesible para quienes más lo necesitan? ¿Cómo sortear los obstáculos legales y económicos que cercan la cultura? Esas son algunas de las preocupaciones de Creative Commons («Comunes Creativos»), una organización sin fines de lucro que trabaja por la circulación y el intercambio de saberes y bienes culturales. Su comunidad se reunió en Toronto del 13 al 15 de abril pasado en una cumbre global, el CC Summit 2018, para discutir las nuevas direcciones del movimiento.
Durante tres días de conferencia y «desconferencia», 435 personas de 64 países pusieron en común el trabajo de la red y su proyección a futuro. Pasaron tres charlas principales (aquí los videos) y 135 sesiones a cargo de 192 oradores, -¡sin un solo all male pannel!- repartidos en siete tracks principales. Participamos de la sesión Reclaiming our (digital) selves con la charla Emancipate yourself from mental slavery: let’s make commons sexy again, una invocación a trabajar por la comunicación de los bienes comunes.
Un cambio de estrategia: de las instituciones a las personas
El encuentro -antes bianual, anual desde 2018- funciona a la vez como una reunión de compañeras y compañeros -a veces, de larga data- y como una oportunidad para abrir la organización a nuevas y nuevos participantes y alianzas. En busca de inclusión de voces, Creative Commons revisó y modificó recientemente su estrategia global de red, a partir de una consulta global. Desde hace unos meses, además de trabajar con organizaciones locales de distintas partes del mundo, Creative Commons Global Network permite asociarse como miembro individual para trabajar junto a otros miembros en proyectos agrupados en plataformas por temas. «Pasamos de un modelo basado en instituciones a otro basado en personas. Para hacerlo más transparente, tiramos abajo las puertas», dijo en la apertura Ryan Merkley, CEO de la organización.
Hoy la comunidad agrupa a unos 150 miembros, y cuenta con capítulos en 55 países. Sin embargo, los voluntarios que colaboran con diversos proyectos son muchos más. La búsqueda de métodos para hacer más fluida, diversa y efectiva esta participación ocupó uno de los tracks del encuentro. Las preguntas centrales fueron cómo atraer a la conversación a las poblaciones menos representadas, pero también cómo gestionar la diversidad. «Por primera vez, la red pertenece a la red», dijo Claudio Ruiz, director de estrategia de ecosistema. «Ser miembro ayuda a crear comunidad, pero no hace falta ser miembro para participar en proyectos. Esto es así a propósito».
Una ampliación de foco, de las licencias a la apertura
Los intereses y objetivos de Creative Commons y las personas que la integran también están en mutación. Lawrence Lessig, uno de los fundadores, recordó en una charla del sábado 14 sus inicios: una demanda contra el congreso de Estados Unidos para combatir la extensión del copyright a 70 años después de la muerte del autor, en 2002. «Perdí en la corte, los gané a ustedes», sostuvo. Es decir, de la derrota judicial nació un movimiento que reclamaba por el derecho a copiar, compartir, remezclar y reutilizar los bienes culturales, como modo de ampliar el acceso al conocimiento.
En ese sentido, Creative Commons surgió como una propuesta alternativa a las rígidas leyes de propiedad intelectual -copyright-, en particular las de Estados Unidos. Comenzó con abogados, y estaba originalmente destinado a artistas, en tanto posible usuarios de las licencias que propone, con «algunos derechos reservados». Pero dieciséis años después, el movimiento desborda las licencias, al fin y al cabo una herramienta, para buscar otras formas de democratizar el conocimiento. La educación abierta, el acceso abierto a investigación científica, los programas de reforma del copyright y la pregunta por el futuro de los comunes son las principales líneas.
El «Big Open» como horizonte y propuesta
La primera keynote o charla destacada, el viernes 13, estuvo a cargo de Katherine Maher, directora ejecutiva de Wikimedia. Ella se dedicó a la idea del «Big Open», o «gran (movimiento) abierto»: puntualmente, cómo pueden hacer las organizaciones que trabajan por el procomún para fortalecerse y lograr crecer sin ser depredadas o explotadas por actores corporativos. En particular, ella expuso el caso de Wikipedia y su «dilema del éxito»: a medida que su patrimonio de conocimiento cobraba cuerpo y relevancia gracias al trabajo voluntario de miles de personas en el mundo, aparecía también su valor para las corporaciones, que se benefician de ese procomún sin devolver nada a la comunidad.
La pregunta por la sustentabilidad de los movimientos colaborativos y la necesidad de establecer nuevas reglas de juego en términos de reciprocidad y ética dieron pie al panel de discusión posterior, llamado precisamente «The Big Open». Allí se sumaron Ryan Merkley, CEO de Creative Commons, y Mark Surman, director ejecutivo de la Fundación Mozilla. Fue refrescante oír allí las palabras «política» y «economía», «justicia» y «equidad», y escuchar hablar del peligro de la depredación y explotación de los bienes comunes. Surman fue más allá: sostuvo que «la gente está lista para salir a protestar». Así, inauguraron una suerte de coalición por los comunes del conocimiento que resulta promisoria. La discusión del «Big Open» continuó el sábado, en una sesión participativa.
Mujeres (poco) comunes
Por segundo año consecutivo, se presentó una edición del libro para colorear Uncommon Women, con retratos de mujeres que trabajan por los comunes. La propuesta, liderada por Kelsey Merkley, es visibilizar la acción de estas mujeres que hacen crecer el movimiento abierto desde todas partes del mundo, y con variadas profesiones. También, incentivar una conversación acerca de representación, roles modélicos y liderazgo femenino.
Tras la edición inaugural de Uncommon women, en el #CCSummit 2017, la segunda fue pensada y financiada colectivamente: las mujeres que aparecen fueron nominadas por otras mujeres de la comunidad, y la impresión se pagó a través de una campaña de crowdfunding. Este año, el libro fue acompañado de una serie de máscaras para colorear que se distribuyeron por todo el Delta Toronto, sede del encuentro.
También hubo una sesión donde se invitó a las mujeres presentes a reconocerse como líderes, y a destacar a otras compañeras. Además de Kelsey, participaron del panel Amira Dhalla (Mozilla), Pam Ryan (Biblioteca Pública de Toronto), Jess Mitchell (Universidad OCAD, Toronto), y por el mundo hispanoparlante la argentina Evelin Heidel, también conocida como Scann por su trabajo en digitalización con escáneres Do It Yourself.
Una beca para mantener vivo el trabajo de Bassel Khartabil
Bassel Khartabil fue un destacado militante de la cultura libre en Siria. Era desarrollador de software libre, representante de Creative Commons, wikipedista y activista en todas las causas por el conocimiento abierto. En 2012 fue encarcelado por el régimen sirio; durante unos años se comunicó con sus compañeros del mundo a través de cartas que su esposa transmitía, mientras se intensificaba la campaña #FreeBassel en redes sociales. En 2015 se perdió su rastro, recién en 2017 se supo que había sido ejecutado. Dana K. Trometer, amiga de Bassel, leyó en el summit una de esas cartas, donde él pedía por favor que el trabajo continuara.
Para mantener vivo su legado, Creative Commons, Wikimedia, la Fundación Mozilla y otras organizaciones crearon una beca con su nombre destinada a investigadores de cultura libre y abierta en Medio Oriente. El primer ganador fue Majd Al-shihabi, un ingeniero y urbanista sirio-palestino. Su nombre fue anunciado en el cierre del encuentro.
El año que viene, en Lisboa
El último anuncio de la cumbre fue la sede del encuentro 2019: Lisboa. El equipo de Creative Commons Portugal, integrado por Fátima Sao Simao (diseñadora), Teresa Nobre (abogada), André Rocha (maker), y Rogério Nuno Costa y Daniel Pinheiro (artistas, performers e investigadores) estuvo a cargo del cierre artístico del summit con una performance. Copywrong, su trabajo, muestra de manera empírica cuán espinoso es tratar de llevar adelante una creación o recreación artística sin entrar en conflicto con las restrictivas leyes de propiedad intelectual. Por supuesto, es una obra de código abierto, así que cualquiera puede representarla, recrearla y mejorarla.
Todas las fotos de este post -excepto la primera y la última, que son propias- fueron tomadas por Sebastiaan Ter Burg y publicadas con licencia Creative Commons 2.0 – atribución. Pueden verse muchas más fotos acá.