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16 El desapego hecho moda: Marie Kondo y las posibilidades de la crítica a la acumulación  

La palabra “soltar” lleva años en los tatuajes de los famosos. El libro La magia del orden, de la japonesa Marie Kondo, fue publicado en Argentina a mediados de 2015. Pero fue en 2016 cuando el concepto estalló y se popularizó: la gente empezó a competir por cuántas bolsas de consorcio sacaba de sus casas y a decir de sí mismos “estoy muy Kondo”.

El libro sostiene, palabras más o menos, que todos somos acumuladores de objetos que ya no necesitamos y nos entorpecen no solo el espacio físico sino también el mental. Por lo tanto, Kondo propone un método específico de limpieza: mirar cada objeto, preguntarse si irradia alegría, y si no, descartarlo. Esta propuesta radical, que pone el acento en el desapego de los bienes materiales como camino hacia la felicidad, hizo furor primero en Japón, después en Estados Unidos y finalmente en Argentina.

En Argentina, el 1 de abril, las periodistas Evangelina Himitian y Soledad Vallejos abrieron Deseo Consumido. Era un blog que documentaba un desafío personal: no comprar “nada más que lo necesario” durante un año. No solo dejaron de comprar: también empezaron a redistribuir lo que ya tenían pero consideraron superfluo, al estilo Kondo.

De liberar espacio a bajar el consumo

O quizás no tan al estilo Kondo… Aquí está el meollo del problema con la moda arrasadora del libro de la japonesa. Kondo invita a desprenderse de objetos, sí, pero apenas como una técnica de orden. En las librerías está en las góndolas de autoayuda, cerca de los libros de belleza y los de decoración.

El objetivo a atacar por Kondo es la acumulación; no hay ni un asomo de crítica al hiperconsumismo (algo que sí está explícito desde el principio en Deseo Consumido). Por el contrario, llevada al extremo, la postura de Kondo es sacar “lo que ya no da alegría” para poder hacer lugar para comprar otras cosas. Algo así como vomitar para seguir de comilona.

¿Y qué pasa después con ese vómito, las tantísimas bolsas de residuos por las que la gente compite? En el libro se dice apenas que hay que sacarlas del hogar pronto, antes de arrepentirse. Otra vez, el foco está en el individuo. Qué pasa con todos esos objetos rechazados, qué hacen con ellos la sociedad y el medioambiente, ya no es su problema.

De Japón a América latina

Se nota que Kondo es japonesa; su problema es el de una sociedad con más poder de consumo que espacio de acumulación. Pero en Argentina, en América latina en general, traducirlo sin pensar en la redistribución de los bienes descartados, en el impacto social y ambiental, es un despropósito. Para transmutar un ejercicio individual en un bien social alcanza con sumar apenas un paso, el de clasificar los bienes a descartar y pensar “¿a quién podría servirle esto?”.

Es cierto que es más trabajoso “colocar” cada cosa con un beneficiario que meterlo en bolsas opacas y dejarlo en la vereda convertido en basura. Pero las opciones de redistribución son miles, desde intercambiar entre amigos hasta los grupos de donación, trueque, alquiler, préstamos o compra venta en redes sociales. Desde junio de 2016 funciona en Argentina la app Letgo, para comprar y vender bienes usados entre amigos, vecinos y gente cercana. Para los ansiosos por deshacerse de las cosas siempre está la iglesia del barrio o servicios como el Ejército de Salvación, que pasa a buscar lo descartado a domicilio. Para los pacientes, vale recordar antes de tirar algo que todo tiene arreglo, en casa o con ayuda del Club de Reparadores.

El desapego de lo material y la redistribución de bienes en desuso está en el corazón de la economía colaborativa. Bienvenida sea la moda del desapego, si ayuda a repartir lo que tenemos de un modo más equitativo.

 

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