Salud: el plan C cumple tres años

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Hoy el plan C cumple tres años online, y por suerte la torta a compartir es cada vez más grande, porque cada vez somos más. Qué viaje. Desde los primeros esfuerzos por mapear el sistema colaborativo argentino hasta este día donde los mapas y la colaboración se multiplican. Muchas cosas que veíamos surgir en 2013 crecieron y se consolidaron, muchas otras teminaron o mutaron. Nada se queda quieto.

Desde febrero, cuando Uber desembarcó en Buenos Aires, la economía colaborativa estuvo en boca de todos. Fue el momento entonces de tratar de separar la paja del trigo y de hacer el esfuerzo de pensar por fuera de las categorías y dicotomías establecidas.

El tercer año del sitio empezó con el esfuerzo gigantesco y eufórico de organizar Comunes, en el marco de la tercera Semana de la Economía Colaborativa. Arrancó como una idea moderada, un invitado o dos, y empezó a crecer como una bola de nieve que atravesó el verano. En mayo fuimos más de cuatrocientas personas de quince países quienes nos reunimos para hablar de economías colaborativas, cultura libre, datos abiertos, financiación distribuida, participación ciudadana, territorios en transición… Como siempre, lo más importante fue la interacción humana, lo que hace que todo lo demás se mueva.

Después de Comunes llegó el Kultursymposium Weimar, donde pudimos intercambiar ideas sobre el rumbo de la economía colaborativa con gente de todo el mundo: India, Siberia, Indonesia, Brasil, Sudáfrica, Letonia…. Una de las conclusiones que se vocearon en el último encuentro me quedó retumbando en la cabeza: «Si la economía colaborativa es más capitalismo no sirve. Mejor hablemos de buen vivir».

De regreso en Buenos Aires, participamos de los encuentros de capacitación de Emprendedoras en Red y también de una reunión con representantes del Banco Interamericano de Desarrollo, que estaban presentando el informe del FOMIN sobre economía colaborativa en América latina, junto a muchos otros actores locales.

Julio trajo la primera Mini Maker Faire a Buenos Aires. Se suma a las ya tres ediciones del encuentro Interacción3D. En estas jornadas se pudo ver cómo, mezclados con los drones y los robots, surgen también todo el tiempo proyectos de desarrollo distribuido que ponen la tecnología al servicio humano para potenciar el impacto social. Y también cómo crecen y se difunden otras iniciativas basadas en tecnologías apropiadas, como la construcción en barro: el espíritu maker no se define por la técnica de manufactura aditiva sino por la potencia enorme de la fabricación distribuida, en manos de todos.

Agosto fue el momento de la HacksHackersBA Media Party, la cita de siempre con todos los que buscan innovar en medios. Fue, como siempre, interesantísimo y enriquecedor, por las conexiones que se generan entre periodistas de todas partes. Y hablando de medios, septiembre trajo una alegría: metimos nota de tapa de revista Brando dedicada a la cultura colaborativa.

En octubre llegó la segunda Semana del Coworking en Buenos Aires, esta vez con mucho más apoyo de distintas instancias de gobierno. Ante toda la comunidad, presentamos los resultados de nuestra encuesta, que muestra que el coworking está estallando en Argentina: de 2014 a 2015 la cantidad de espacios creció un 60%.

Mientras tanto, de noviembre pasado a hoy nació el querido Club de Reparadores, que ya cumpió ¡16 ediciones! y va a meter otras siete antes de fin de año. ¿Estamos todos locos? Parece mentira que el Club no haya estado siempre ahí.

El año no termina: esta semana cubriremos Colaboramerica, y la próxima, Sismo, el encuentro latinoamericano de derechos culturales. En diciembre salen las encuestas. Y el 2017 viene cargado; ya estamos preparando la próxima edición de Comunes, que se las trae. Seguimos buscando la forma de conocer y difundir más y mejor el campo cada vez más amplio de las nuevas economías, las prácticas alternativas y modelos de transición.

El mundo es muy distinto a cuando empezamos a juntar información y difundirla, hace tres años. Y cuanto más complejo se pone, más necesario es pensar y repensar las categorías de lo que llamamos colaboración, juntarse y rejuntarse, mezclarse, remezclar y dar de nuevo. Y hacer. En uno de los primeros días de 2016 recibí un mail de Pablo Kubalba, maestro de la bioconstrucción, contándome de un proyecto. Me decía, entre otras cosas: «Nadie se pone al hombro la pasión de otro». Me quedó rebotando. Es verdad.

Por suerte somos muchos, muchísimos, los que nos ponemos nuestras pasiones al hombro para hacerlas crecer y compartirlas, con la confianza de que encontrarán eco. Por eso, lo importante es seguir. Más rápido o más lento, con o sin apoyo externo, hacer, seguir trabajando en agrandar la red. Gracias siempre por hacer la torta más grande. Y más rica.

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