Bepots, comunidad de alquiler p2p
No todo empieza con un taladro, pero podría resumirse así.
En el origen de la economía colaborativa está el consumo colaborativo: la forma de consumir más eficiente, más económica y más humana que el loop eterno de compra y descarte que propone la publicidad. El consumo colaborativo es tan viejo como la humanidad, pero cobró un nuevo auge a partir de 2008, cuando la crisis económica de los países centrales empujó a sus ciudadanos a explorar nuevas-viejas formas de relacionarse con sus necesidades materiales. Ese movimiento fue retratado con agudeza por la periodista australiana Rachel Botsman en su libro What’s mine is yours: The Rise of Collaborative Consumption y su charla TED en Sydney en 2010. Y en el corazón de esa charla está el famoso ejemplo del taladro, que dio la vuelta al mundo. Dice más o menos así: “Está estudiado que, a lo largo de toda su vida útil, desde que se compran hasta que se tiran, los taladros se usan un promedio de trece minutos”.
Pocas imágenes más gráficas para demostrar el absurdo de la cultura de la propiedad. ¿Para qué necesitaríamos poseer todos la misma herramienta? Gastar tiempo y plata en comprarla, y después gastar espacio doméstico para guardarla. Y hasta espacio mental: las cosas nos exigen pensar en ellas cada vez que las vemos. Así se llega a uno de los axiomas del consumo colaborativo: el de privilegiar el acceso por sobre la propiedad.
Lo que vale para los taladros se aplica también para una enorme cantidad de cosas de uso eventual: equipamiento deportivo, utensilios específicos de cocina, herramientas hogareñas o de jardinería, ropa y accesorios de fiesta y todo lo que la imaginación permita disociar de la propiedad. En base a esta idea, desde hace años existen en el hemisferio norte diversas plataformas de alquiler de objetos entre pares, que permiten alquilar por poca plata lo que se necesita para una situación puntual y -del otro lado de la cadena- ganar dinero poniendo en alquiler los propios bienes. Es un concepto liberador: libera de la necesidad de acumular “por las dudas”, ya que permite acceder a lo que se necesita, solo cuando se lo necesita, y pagar por el servicio, no por el objeto.
Ahora, por fin, estas plataformas están llegando a Argentina. La primera es Bepots, que había nacido como un proyecto de canjes ecológicos y se relanzó en julio orientada al alquiler p2p.
El sitio está concebido como un lugar de encuentro donde se busca lo que se necesita y se ofrece lo que se tiene. Los objetos publicados en alquiler se organizan en categorías: Deportes y hobbies, Electrodomésticos, Fiestas, Herramientas y construcción, Jardín y aire libre, Mudanzas y viajes, Niños y bebés, Salud, Tecnología y finalmente, para todo lo que no encaje en estas clasificaciones, Otros. Ya hay unas 800 publicaciones, en su mayoría en la zona de la ciudad de Buenos Aires y conurbano, y más de cien usuarios registrados.
«Queremos frenar el consumo desmedido facilitando el acceso a bienes sin tener que comprarlos. Nuestro objetivo es que puedas alquilar lo que quieras a quien quieras, haciendo del compartir una experiencia gratificante», explica Federico Nahon, CEO y fundador de Bepots.
Por ahora, la plataforma está en fase beta y la operatoria de los alquileres funciona de manera descentralizada: quien pide el objeto y quien lo ofrece se ponen de acuerdo acerca de las condiciones de pago y entrega, que se manejan de forma privada. Está previsto que más adelante Bepots pueda procesar pagos, como Mercado Libre o Airbnb. Cada usuario es libre de poner sus condiciones, como cierta cantidad de dinero en carácter de depósito, o un mínimo de días de alquiler.
Cada publicación está asociada a un usuario, que construye su reputación a partir de las calificaciones que recibe de sus pares en cada intercambio, tal como sucede en plataformas como Mercado Libre; a más transacciones felices, más estrellitas avalarán a cada participante. Además, Bepots planea asociarse a Traity, una empresa que ayuda a generar confianza y crear buena reputación en entornos digitales centralizando la información de diversas redes sociales y de intercambio.
La idea de alquilar en vez de comprar implica un cambio cultural, que se acentúa cuando se piensa en alquilar a particulares. La confianza entre pares y el desapego de los objetos son los dos puntos centrales a trabajar para que este modelo funcione. Es un desafío grande, que está dando su primer paso.