Diseño colaborativo para la formación libre
El fin de semana pasado concluyó la serie de cuatro vivencias de los alumnos de Diseño Gráfico III en el Espacio Akapacha, en Chascomús. Desde mayo, cada comisión de la cátedra Wolkowicz (FADU-UBA) aceptó la invitación a sumergirse en un modelo de formación que se enmarca en el paradigma de la economía colaborativa. La propuesta es experimentar la formación desde una lógica de colaboración, donde hacer con otros. No sólo diseñar, sino también pensar, jugar, cocinar, compartir. Poner la cabeza, el cuerpo y el sentir.
Fernando Jeger es “interfaz” de este proyecto, ya que cumple un doble rol de integrante del proyecto de formación libre en Chascomús y docente de la cátedra de Diseño. “Este año finalmente pudimos concretar las convivencias de economía colaborativa con ochenta alumnos. A Akapacha y La Usina Cultura se sumó el Taller de Diseño Socioproductivo. La Multiversidad no propone un modelo opuesto sino complementario al de la universidad formal. Lo ‘multi’ es inclusivo, agrega nuevos modos de aprender, par a par, horizontal, transversal, poniendo en acto, experimentando, sumando y activando todos los sentidos”, explica.
Cuando los alumnos llegan a Chascomús, se encuentran con un equipo docente interdisciplinario de economistas, permacultores, comunicadores, diseñadores y artistas. Ellos proponen espacios teóricos sobre economía colaborativa, experimentación con cocina natural, construcción en barro, teatro, clown, dinámicas grupales; todo para entender que un contenido específico puede partir de un proceso complejo y rico como éste. En este caso, toda esta inmersión y formación tiene una contraparte que es el diseño de cuatro libros temáticos relacionados con la cocina, la construcción natural, el diseño y la producción orgánica. La vivencia corre de eje a los estudiantes de la UBA y les propone otro enfoque para el trabajo: entenderse como un colectivo de personas con múltiples saberes que, puestos en juego juntos, generan una potencia muy superior a la individual y además un gran disfrute.
Hackatón de diseño
Con la última comisión, decidimos modificar un poco el formato. Quisimos darle a los alumnos un rol más activo, donde ellos fueran los productores y donde se generara un flujo de conocimiento de doble vía. Por eso nos imaginamos una hackaton: una maratón de trabajo colectivo en diseño, con un tiempo acotado, para llegar a resultados creativos.
La excusa fue el diseño de distintas piezas gráficas y audiovisuales para el restaurant y pizzería de Akapacha: recetas viajeras, señalética, spots para redes sociales, manteles y marcadores para alimentos.
Montamos un sistema de economía colaborativa: el restaurant de Akapacha propone una necesidad de identidad visual; la FADU propone un equipo de alumnos que aprenden y devuelven su saber en diseño gráfico; el Taller de Diseño Socioproductivo aporta la producción material de los manteles, individuales, sellos. La fórmula es ganar-ganar. Todos ponemos y recibimos recursos: materiales, saberes, vínculos, reputación.
Armamos dos grupos: uno trabajó las piezas gráficas del restaurant, y el otro, los spots para difundir las tres propuestas de pizza libre, almuerzo comunitario y cena del sábado. El equipo del Taller de Diseño Socioproductivo, que hará la producción de manteles en técnica de serigrafía, aportó una clase teórica y práctica del proceso de serigrafía, que concluyó con el revelado de la película para imprimir.
Aparecieron palabras como juego, confianza, trabajo, producción, creatividad, entrega, aprendizaje y colaboración. Todos quedamos rebosantes de alegría por haber llegado al objetivo propuesto: disfrutar y aprender a través de un proceso y llegar a producir, juntos, algunas piezas de diseño. Son piezas de código abierto, que serán luego retomadas por otros diseñadores, artistas y comunicadores. Que, a partir de ahora, forman parte de una Multiversidad en construcción.
Así lo cuenta Emiliano Raspante, docente de Diseño Gráfico I de la Cátedra de Wolkowicz FADU-UBA:
“Están locos. Todos. El perro, Fernando y las cocineras. Los que vinimos, también.
Existe un problema (o caso): un restaurante necesita algunas piezas informativas identitarias, tales como flyers, volantes, spots audiovisuales, diseño de mantel. En el universo cosmopolita-imperialista la solución es imaginable: se contrata a un estudio de diseño, se plantea la necesidad, el diseñador diseña y luego el cliente hace el depósito en la cuenta corriente. Acá no. En Akapacha, las cosas tienen otro sistema de valores. La plata como la conocemos no existe. Existe el intercambio. Nosotros diseñamos y ellos nos hospedan y alimentan. Ellos ganan, pero nosotros ganamos más. Ganamos aprehender una cosmovisión imposible de concebir en otro contexto. Veganismo, yuyo, mosquitos, carencia de recursos informáticos, botellas como percheros, aullidos de sapos, casas de barro, juegos de manos, techos vivientes. Parece utópico y sufriente, pero casi ni se siente. Creo que es mejor.
‘Todo el mundo cree que su almohada es la más cómoda’. El whatsapp y el resto de las redes. El ‘visto’. La necesidad imperiosa de la ostentación constante del desayuno, el viaje, el logro o el chiche nuevo. El buscar la aceptación en el otro a través de un posteo. El megusta como condicionador del ego. Lo fácil y rápido. El lugar común, pensado minuciosamente por los de arriba para que el acto de la reflexión quede imposibilitado. Salir de la zona de confort es más fácil de lo que se cree. Nos hacen creer que es difícil. Quieren que tengamos miedo. Quieren que no nos vayamos. Pero sólo es cuestión de tomar otro bondi. Akapacha es sapere aude. Celebro esa locura”.