Cumbre Global de Creative Commons: más allá de las licencias
El fin de semana pasado, más de 400 personas de todo el mundo se reunieron en Toronto para debatir el rumbo futuro de Creative Commons. La organización, que empezó trabajando sobre licencias que se anexaban a las leyes de propiedad intelectual para permitir a creadores y artistas compartir sus obras en internet de manera abierta sin perder el control sobre ellas, se está moviendo después de quince años a nuevos objetivos. El inminente debate por reformas de la ley de copyright y los métodos para hacer a la organización más diversa e inclusiva estuvieron en el centro de la escena.
Hasta 2014, los esfuerzos se dedicaron a traducir las licencias y adaptarlas a los marcos regulatorios de los diferentes países; a partir del lanzamiento licencia 4.0, esa misión quedó cumplida. En la primera mañana del encuentro se presentó el informe anual «State of the Commons», el estado de los Comunes: ya hay más de 1200 millones de obras en el mundo que se comparten gracias a las licencias Creative Commons. La organización, entonces, pasó a redefinirse como un movimiento global para ayudar a compartir conocimiento y colaborar en su creación.
Hacia una nueva estrategia de inclusión global
La cumbre se inició con un símbolo: una representante de los pueblos indígenas de Canadá, que cantó una canción sagrada y nos invitó a mirar a los cuatro puntos cardinales y a considerar a la naturaleza como bien común.
Después, Ryan Merkley, CEO de Creative Commons, abrió la cumbre hablando de gratitud hacian todos los que forman parte de la red, e invitó a todos los participantes a sumarse activamente a la discusión.
En esa línea, Merkley presentó una sorpresa: debajo de cada asiento esperaba el libro para colorear Women of the Commons, producido por Kelsey Wensley de Creative Commons Canadá, donde se ven retratadas quince mujeres que trabajan por los comunes. Muchas de ellas son latinoamericanas: Carolina Botero (Colombia) de la Fundación Karisma, Renata Avila (Guatemala) de WebWeWant, la argentina Evelin Heidel, más conocida como Scann, y Mariana Fossati (Uruguay), una de las creadoras del centro cultural online Ártica, la única que no estaba en Toronto. La última página tiene un marco en blanco, para que cada uno agregue a otra mujer.
Precisamente Evelin Heidel, de Creative Commons Argentina, tomó después la tarima. Arrancó con los tapones de punta: «Tenemos que hablar de privilegios. De los privilegios que implica ser blanco, ser hombre, ser rico, hablar inglés. Hay gente que habla muy fuerte; si queremos escuchar otras voces, tenemos que bajar la nuestra».
Claudio Ruiz, director de estrategia de ecosistema de Creative Commons, contó los puntos principales del cambio de rumbo: el qué, el por qué y el cómo. En este cambio, explicó que la estructura pasa de contar con afiliados nacionales -siempre instituciones- a tener equipos por país donde puedan acercarse a trabajar personas que no formen parte de ninguna institución.
También contó que el trabajo se organizará a través de plataformas en torno a temas. Las primeras tres son la de educación abierta, la de reforma del copyright y la de GLAM (Galerías, bibliotecas, archivos y museos).
Cuatro tracks, cuatro keynotes y una búsqueda
La cumbre global duró tres días intensos, con sesiones de 9 a 18 organizadas en cinco tracks o líneas: El futuro de los comunes, Las esferas de lo abierto, Políticas y promoción, Los comunes usables y Comunidad y movimiento.
Hubo además cuatro keynotes o charlas principales, las cuatro a cargo de mujeres jóvenes. (En el cierre de la cumbre, Ryan Merkley, el CEO, contó que le había pedido a Alison Pearce, la coordinadora ejecutiva de la cumbre, que por favor evitara que hubiera all male panels, a lo que Alison respondió: «¿Qué es un all male panel?»). El tono de las intervenciones fue más motivacional que teórico, como corresponde a las grandes audiencias.
Ashe Dryen habló de viajes en el tiempo: mostró con humor que somos nosotros, con nuestras expectativas y acciones, quienes moldeamos el futuro. Así, hizo un punto acerca de pensar siempre en la gente que no tiene las mismas posibilidades de contribuir con los proyectos: porque no pueden hacerlo desde sus trabajos y tienen que dejarlo para su tiempo libre, y porque sencillamente quizás no tengan tiempo libre, especialmente si son mujeres y con hijos. «Es nuestro trabajo hacerles el camino más fácil», marcó. Lo que no quedó del todo claro es a quién se refería ese «nuestro», ya que en la sala había cientos de personas que contribuyen a los comunes desde su «tiempo libre».
La segunda keynote fue de Sarah Jeong, periodista de la revista VICE, y se llamó elocuentemente «La internet de la basura». Comenzó hablando de la circulación de las noticias falsas (fake news), y contando cómo funcionalsu dispersión de las noticias falsas. Contó los detalles de una investigación que llevó hasta una «fábrica» de noticias falsas, donde los responsables contaron por qué lo hacían: porque generaban muchos clics en facebook y eso les traía ganancias. Es decir, ni siquiera tenía que ver con política. Así Sarah Jeong llegó a esta elocuente tesis: Facebook está destruyendo a la democracia.
La tercera charla central fue de América latina: Ana Garzón Sabogal, colombiana, directora de la fundación cultural «Más arte, más acción», contó en una entrevista pública cómo funciona el trabajo colaborativo de diversos colectivos artísticos de Colombia, Panamá y México. Por último, Hillary Hartley, quien trabaja implementando políticas de apertura en el gobierno de Ontario, la provincia más poblada de Canadá, habló sobre los beneficios de la apertura como política.
Si las keynotes fueron el espacio para inspirarse, los tracks organizaron las discusiones y participaciones más fecundas. Seguimos particularmente el del Futuro de los comunes. Pero eso es otro post.