Entrevista a Soledad Giannetti: «Trabajar desde la economía colaborativa implica entendernos como comunidad».
Muchos hablamos de economía colaborativa, pero, ¿cómo llevarla a la práctica? Entre las comunidades que practican la colaboración y buscan la abundancia en su vida cotidiana está Akapacha Chascomús, autodefinida como «comunidad de aprendizaje colaborativo». Una de sus mentoras es María Soledad Giannetti, cofundadora de Cultura Senda; con estudios en comunicación, gestión socio urbana y desarrollo local, trabaja desde hace años en la interfaz que conecta la gestión cultural con el desarrollo comunitario inclusivo. En ese camino conoció la colaboración y se formó con Lala Deheinzelin en fluxonomía 4D, una perspectiva que aplica en el día a día.
¿Qué es para ustedes economía colaborativa?
La economía colaborativa es una nueva manera de estar y entender el mundo, las relaciones entre las personas y las oportunidades que nos rodean. Es compartir nuestros recursos para que los proyectos sean posibles y no queden en el intento, para hacer más ágil y más fácil nuestra vida diaria. Se centra en el usar más que en el tener, en el compartir. Por eso esta mirada nos conecta con la abundancia: permite ver recursos disponibles para ponerlos en juego, buscar salidas grupales a problemas comunes y estar más felices, haciendo y viviendo de lo que nos gusta.
Hoy somos muchas las organizaciones y personas que nos cuestionamos el modelo económico vigente, y que buscamos experimentar otras alternativas. Economía solidaria, creativa, social, del bien común, cosmovisión del buen vivir, procesos p2p: desde distintos enfoques, todos compartimos el deseo de un cambio de paradigma. Un paradigma en el que la producción, la distribución y el consumo de bienes y servicios sea diferente; en el cual la economía incorpore otras variables además de la financiera, sumando variables culturales, ambientales, sociales y buscando la equidad y el bienestar general; donde el ser humano vuelva a entenderse necesariamente como parte de una comunidad y en relación con la naturaleza. Partimos de la economía colaborativa como un nuevo paradigma desde donde entender el potencial que existe a nuestro alrededor, comprendiendo que, muchas veces, lo que parece un obstáculo es de hecho una oportunidad.
Trabajar desde la economía colaborativa, en la cual administramos recursos abundantes, propios y de otros, implica entendernos como comunidad, como red. La red es el modelo de organización y la lógica desde la que generamos comunidad, tomando y aportado recursos múltiples que nos permiten avanzar y seguir regenerando más riqueza para el colectivo.
Este abordaje es reconocido internacionalmente por la rara combinación de desarrollo sostenible a través de economía creativa y procesos colaborativos en red. Una parte importante de la metodología es la matriz de cuatro dimensiones (4D) con la que trabaja Lala Deheinzelin, que permite trabajar con un concepto ampliado de riqueza y calidad de vida, más allá de lo financiero. Este modelo propone mapear recursos, generar resultados y flujos simultáneamente en las cuatro dimensiones de la sostenibilidad: ambiental, social, financiera y cultural.
¿Cómo aplican la economía colaborativa en Akapacha y La Usina?
Desde la perspectiva del aprendizaje, decimos que somos una Multiversidad; una comunidad de aprendizaje colaborativo integrada en principio por dos organizaciones, La Usina Cultura (centro cultural) y Akapacha (espacio holístico permacultural). Construimos la Multiversidad a través de múltiples contenidos relacionados con la permacultura, las energías renovables, el diseño bioclimático, la economía colaborativa, el arte, la salud, la cocina natural, el diseño y la comunicación. Proponemos un modelo de aprendizaje que se basa en tres pilares: el hacer, el sentir y el pensar, que suceden a través de vivencias.
En La Usina, este año decidimos probar como eje transversal la economía consciente. Lanzamos un desafío a la comunidad “para que el dinero no sea un obstáculo”. Planteamos entonces un uso consciente de los servicios que brinda La Usina: talleres artísticos, funciones de cine, espectáculos teatrales y espacio living (de consumo tipo buffet). Los espectáculos son a la gorra, para que cada uno pueda según sus posibilidades. En el living, colocamos una cartelera con precios de café, té, cervezas, torta, frutas, y otros alimentos, y un buzón al lado, para que cada uno aporte según lo que consume. Para los talleres, organizamos un formato con un piso mínimo que se paga en dinero y el resto del valor del taller se puede abonar con un intercambio de servicios (limpieza, volanteo en la calle, cobertura fotográfica). Al principio costó bastante que se entendiera el concepto, sobre todo del living, de que cada uno puede usar a su manera el espacio, y aportar sin que nadie esté controlando ni verificando. Es, como decimos siempre, un modelo de economia que se basa en la confianza.
Akapacha (que significa “tierra de aquí” en lengua aymara) es el pedazo de tierra donde decidimos enraizarnos como comunidad 15 personas que diariamente compartimos espacios y proyectos. Provenimos de campos diversos, entre ellos la construcción, la psicología, la docencia, el diseño gráfico, la comunicación y las artes.
Akapacha funciona a través de micro sistemas de economía colaborativa integrados en un modelo comunitario sustentable. Cada área o proyecto surge por iniciativa de cualquiera de los miembros de la comunidad. Si hay un motor para el desarrollo (una persona motivada y empoderada para ser impulsor y fuerza de empuje) se piensa el modelo de funcionamiento, para hacerlo sustentable. Nos preguntamos qué nos mueve, qué problema o desafío viene a resolver o desarrollar ese proyecto, qué hace falta para llevarlo a cabo, qué recursos ya tenemos disponibles. A partir de este diagnóstico racional/emocional decidimos con quiénes nos asociamos o a quiénes de la propia comunidad integramos.
Trazamos nuestra matriz 4d del proyecto/área, relevando y revelando recursos en las dimensiones social, cultural, financiera y tecnoambiental. Esto sería: saberes que tiene el equipo, equipamiento como máquinas para construcción, herramientas, infraestructura de las cabañas, el espacio para los niños, el almacén orgánico, la red de familias que participan, las redes sociales disponibles.
Los proyectos y áreas son abiertas, todo miembro de la comunidad puede decidir sumarse si siente que puede hacer un aporte significativo o si desea aprender un área nueva de desarrollo profesional o personal. Cada proyecto o área genera su propio modelo de organización y de planificación del trabajo.
En este momento, los microsistemas son: construcción natural, huerta orgánica, cocina consciente, espacio de aprendizaje para niños, almacén orgánico, ecocabañas, talleres, voluntariado y producción. Todos se integran en un modelo general. Esta relación e interdependencia genera un flujo de recursos, saberes y energía que hace al modelo sustentable; en movimiento y constante transformación.
Colaboración en práctica
¿Cómo funciona el espacio de aprendizaje para niños?
El propósito es generar un espacio para favorecer el aprendizaje desde la experimentación, tanto de los chicos como de toda la familia. Los niños aprenden naturalmente, por lo cual, el objetivo es brindar un lugar contenido y preparado para que este aprendizaje florezca, con las herramientas y recursos disponibles. Estas herramientas y recursos los generamos entre todos: son las infraestructuras (alimentos, cocina, huerta, materiales, juegos, pinturas), nuestros saberes y todo lo que cada uno puede poner en juego.
Proponemos diversas formas de participación de la comunidad de familias. Hay muchos roles a cubrir, cada familia define en cuál se siente que puede ser más provechoso para el proyecto, siempre considerando una equidad de aportes entre todos los que se sumen. Cada familia pone y recibe a la vez. Es co-creadora del contenido, del espacio, de las reglas de funcionamiento, de su sustentabilidad. Los roles que visualizamos son de administración, guías de los niños, cocineros del pan EPA!, limpieza del espacio, mantenimiento y jardinería, talleres temáticos. Sobre ello se aplica entonces el modelo de economía colaborativa y EPA! tiene asegurado recursos, que lo hacen viable.
Los recursos financieros vienen a través del almacén orgánico, que es gestionado por Akapacha; las ganancias se distribuyen: 50% para Akapacha y 50% para EPA. Los recursos culturales son los talleres de arte, diseño, teatro, huerta, cocina, y otros; elaboración de material didáctico para el espacio, coordinación de talleres, administración, mantenimiento, comunicación. Los tecnoambientales son el equipamiento, juegos, material didáctico, mobiliario, herramientas, transporte, alimentos, telas, pinturas y otros materiales, que conseguimos a través de donaciones o préstamos. Cada familia involucrada aporta cuatro horas por semana de trabajo en distintas áreas o roles, que también pueden aportarse en forma de dinero ($600 por mes) o del valor equivalente en insumos y materiales.
A través del modelo de economía comunitaria, resolvemos dos gastos que siempre son complejos de resolver: el espacio y los sueldos para las guías que acompañan a los chicos. El espacio es propio y se contruyó a través de mingas, y las guías reciben como pago casa y comida.
¿Cómo funciona el programa de voluntariado?
A través de plataformas virtuales como WWOOF (World Wide Oportunities in Organic Farms), viajeros nos contactan. Somos anfitriones desde hace dos años y ya han venido aproximadamente 80 voluntarios. Nos gustó mucho la idea de poder intercambiar saberes y abrir nuestra comunidad a personas extranjeras. A cambio de seis horas diarias de trabajo en tareas que van desde construcción sustentable hasta la huerta, los viajeros reciben alimentación vegana y orgánica, alojamiento y mucho aprendizaje en las áreas en las que se desarrollan.
Tuvimos voluntarios que vinieron por dos semanas y se quedaron cuatro meses, como Monique y Bruno, de Recife Brasil. Se entabló un vínculo tan profundo que sus padres vinieron también a visitarnos y ahora ellos están promoviendo en Pernambuco una comunidad semejante de permacultura. El mismo caso sucedió con Javier y Paula, de Australia, quienes nos están llevando en el mes de octubre a dar talleres en su país. O una familia polaca, con su hijita Lila, de cuatro años, quien se sumó al espacio de aprendizaje para niños y terminó hablando perfecto español, además de compartir sus palabras en polaco con los niños de Chascomús. Lo lindo es que los sistemas se cruzan.
Un voluntario aporta su tiempo y conocimiento para construir el SUM que otros voluntarios usarán en el futuro. Cocinan para los turistas o para los alumnos de talleres, se suman a los espacios de aprendizaje, comparten nuestra mesa diariamente. Organizamos mensualmente diálogos interculturales, en La Usina, donde los voluntarios comparten con la comunidad de Chascomús su experiencia de vida. Hacemos city tours en inglés, donde vecinos de la ciudad les muestran a los voluntarios los espacios de interés, y de paso practican idiomas.
¿Cómo resuelven la alimentación?
Más allá de la producción de nuestra propia huerta orgánica, desde el almacén organizamos una compra comunitaria de canastas de fruta y verdura orgánica. Buscamos una salida colectiva a una necesidad común: alimentarnos sano y a un precio posible. Con este objetivo, nos pusimos manos a la obra. Conseguimos un flete de confianza, el contacto con productores orgánicos y 30 familias que decidieron sostener un compromiso semanal con la canasta. Se está consolidando un entramado de familias, productores, huerteros y distribuidores que hacemos un uso y consumo consciente. Akapacha cumple el rol de gestor, sin cargo, de los pedidos, cada familia se compromete rotativamente a colaborar en el armado de las canastas y la atención del Almacén y de la verdulería la cubre un miembro de la comunidad, a cambio de casa y comida. Todos ganamos y resolvemos necesidades básicas.
Sistematizar y compartir
¿Qué es el Co.lab?
El CO.LAB es el espacio donde sistematizamos las prácticas que llevamos adelante en La Usina, en Akapacha y en otros proyectos y organizaciones en las que participamos, y lo transformamos en conocimiento que se puede compartir y replicar con otras experiencias y comunidades de intereses de la cultura colaborativa. Experimentamos en propuestas de escala humana para testear, contrastar y sistematizar diversas prácticas colaborativas y herramientas sociales innovadoras, con el fin de lograr mayor satisfacción y felicidad en el hacer. A través de la implementación de los proyectos ponemos en acto los valores de la colaboración.
¿En qué consiste el taller Reconectando con la abundancia?
Es una propuesta para cambiar la percepción sobre la realidad, sobre nuestros vínculos y sobre nosotros mismos para crear sistemas sustentables. Para reconectar con nuestro ser original y amar lo que somos y hacemos. El primer taller es una vivencia de tres días en Akapacha, Chascomús, este fin de semana, del 5 al 7 de agosto. También habrá otra edición del taller en la ciudad de Buenos Aires, en versión intensiva, el 27 y 28 de agosto.
Es una invitación a trascender del mundo escaso al mundo abundante, sumando al modelo de competencia la perspectiva de la colaboración. Porque estamos apostando a nuevas maneras de ver, sentir y construir nuestra realidad es que proponemos el cambio de mirada, ampliando el horizonte de lo posible y la manera de aprender y construir; no sólo desde el pensamiento sino también desde el hacer y el sentir.
En el taller cada participante pondrá en juego su propósito o proyecto; revelaremos su sistema de recursos (sociales, culturales, financieros, tecnológicos, ambientales) y los pondremos en flujo para maravillarnos con su poder de activación. Sentiremos qué nos pasa con esta nueva realidad que se abre y detectaremos posibles rutas, estrategias para su concreción desde un modelo colaborativo de acción, aprovechando herramientas diversas para la comunicación, la empatía y la conexión. El objetivo es consolidar puentes que nos acerquen; tomar conciencia del potencial personal para crear nuestros futuros deseables, sabiendo que hay muchos otros, cerca, dispuestos a colaborar.