¡Feliz Día Mundial Sin Compras!
El Black Friday ya no es lo que era. Ese San Consumo, la fecha en la que los comercios de Estados Unidos largaban los descuentos de cara a las ventas de Navidad y la gente se mataba, a veces literalmente, para entrar el shopping y atrapar el último plasma rebajado… bueno… ya no se ve tanto. Incluso cuando este año, en vez de abrir más y más temprano, se tomó la medida extrema de empezar con las ofertas el mismo jueves, en plena fiesta de Acción de Gracias.
Los titulares son elocuentes. La agencia Reuters sostiene “Las multitudes del Black Friday adelgazan”. El sitio Mashable publicó un irónico artículo con un listado de “12 situaciones en que los británicos llevaron el Black Friday demasiado lejos”, donde muestra que hubo total normalidad y casi apatía, y otro dando cuenta de falsos avisos publicitarios que ofrecen “regalos que vas a usar solo una vez” y “halcones gratis” para los que gasten más de 75 dólares.
Incluso algunas empresas se están oponiendo al Black Friday. Algunas compañías se negaron a abrir en el feriado de Acción de Gracias. La empresa de artículos de montaña REI (que no de casualidad es una cooperativa) fue más lejos: cerró sus 143 sucursales hoy viernes, e instó a sus empleados a pasar el día en la naturaleza. Incluso cerró su tienda online. Sigue en esto la tradición de Patagonia, la famosa empresa B del rubro que hizo historia en el Black Friday de 2011 cuando publicó su aviso “No compre esta campera”, hoy un caso de estudio en la flamante historia del marketing responsable.
El Black Friday recuerda a esa línea de una canción vieja: “No estoy solo, puedo salir a comprar”. Pero quizás ese placebo, de a poco, esté perdiendo efectividad. Cada año se hace más fuerte el anti Black Friday: el Buy Nothing Day, Día de No Comprar Nada o Día Mundial Sin Compras, con el slogan de «Shop less, live more» («Comprá menos, viví más»). Fue creado por el artista canadiense Ted Dave en 1992, en Vancouver, como una protesta contra el consumismo que lleva a comprar lo que no se necesita por el puro reflejo condicionado de aprovechar las ofertas. Es promocionado por la revista Adbusters; desde 1997 se celebra el día después de la fiesta de Acción de Gracias, en coincidencia con el Black Friday. Cobra mucha fuerza también en Gran Bretaña, España y otros lugares de Europa. Se convoca a visitar shoppings y tiendas vestido de zombie, gritar cosas como “¡Comprar, comprar, comprar!” o “¡Marca, marca, marca!”, y hasta a hacer trencitos en los supermercados con carritos vacíos. También se organizan gratiferias y reuniones de intercambio barrial. En redes sociales pueden verse los hashtags #BoycottBlackFriday, #BuyNothingDay o #DíaSinCompras.
Jon Alexander, fundador de The New Citizenship Project, define el consumismo como “el sistema social que existe cuando el consumidor es el constructo de identidad dominante en una sociedad”. Y considera que está en baja, según publicó ayer en la versión británica del Huffington Post. En el artículo “¿Black Friday? O el declive y caída del consumismo”, plantea que el cénit del consumismo se alcanzó en 1984, con la aparición de las marcas Apple y Virgin y el correlato pop de la “Chica material” de Madonna. Orwell sonreiría.
“La edad de piedra no terminó porque se acabaran las piedras, sino porque encontramos algo mejor”, asegura Alexander. Ese “algo mejor”, sostiene, parte de nuestra creatividad y nuestra moral y nos reinventa una identidad como ciudadanos, en lugar de consumidores. Lo ve en el plano de la participación política, de las comunidades locales -mirando a las comunidades en transición y al trabajo con los alimentos- y hasta en los negocios, donde destaca el surgimiento de las empresas B, que ponen el beneficio social por encima del económico. “El momento es ahora. Si podemos aprovechar este cambio ciudadano, podemos crear una nueva sociedad con más sentido, donde los jóvenes sientan que hay algo sagrado y valioso en su aporte, y en la que todos -no solo aquellos con los medios para consumir- tienen una participación genuina”.
En Argentina, por suerte, todavía no es tan fuerte el Black Friday (aunque existe). Como antídoto tenemos toda clase de círculos de intercambios sin dinero, de espacios de participación y colaboración. Sin ir más lejos, mañana, por fin, se hace el primer encuentro del Club de Reparadores, para arreglar lo que ya tenemos en vez de volver a comprar. Podríamos salir a comprar, pero no estamos solos.