OpenCon 2017: Des-idealizando lo abierto para una mejor apertura
Julieta Arancio, especialista en hardware de código abierto y procesos de democratización de la tecnología, viajó a la OpenCon 2017 y nos lo cuenta en exclusiva. ¡Gracias!
Uno de los eventos más importantes de 2017 alrededor de lo ‘abierto’ fue sin dudas la conferencia OpenCon global que sucedió del 13 al 15 de noviembre en Berlín, Alemania. OpenCon es organizada por SPARC y la Right to Research Coalition junto a un comité de estudiantes e investigadores jóvenes de varios países.
Con el objetivo de avanzar en pos de la educación, investigación y datos abiertos, esta edición 2017 tuvo como principales destinatarios a investigadores jóvenes, en sus primeras etapas de carrera. Más allá de los 200 asistentes, la mayoría de ellos becados para estar ahí -el comité organizador recibió solicitudes de más de 150 países- se sumaron también personas de todo el mundo a través de instancias online y eventos satélites.
Los tres días de conferencia fueron increíblemente activos. Los típicos paneles de oradores tuvieron su lugar entre otras actividades más innovadoras, como los ‘story circles’ -pequeños grupos donde las personas tenían que presentarse intentando no enfocar el relato en su trabajo o currículum académico, algo que parece simple pero es muy, muy complicado-. Las ‘lightning talks’, o charlas de dos minutos sobre proyectos específicos, fueron muy necesarias para distender, tanto como las cada vez más en boga ‘unconference sessions’ o sesiones donde los asistentes son quienes proponen y presentan temas sobre los cuales trabajar. Más allá del contenido presentado formalmente, se notaba un esfuerzo por parte de la organización de facilitar instancias diferentes, que permitieran generar lazos de camaradería entre las personas de la comunidad.
Lo «abierto» en América latina
Los talleres regionales resultaron una buena propuesta para reunir a la gente que se encuentra trabajando localmente en temas de apertura. En el caso de Latinoamérica, alrededor de 15 personas de Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, México, Panamá y Colombia trabajamos bajo la propuesta «¿Cómo concientizar sobre los valores que queremos ver detrás de la apertura en América Latina?». Se trataron temas como revalorizar la tradición de acceso abierto que existe en la región desde mucho antes del furor por lo open, mencionando iniciativas como Scielo o Redalyc ó el riesgo existente de cooptación por parte de proyectos que utilizan la etiqueta ‘open’ pero no necesariamente respetan sus principios.
La perspectiva latinoamericana se hizo sentir también en el panel de modelos regionales de apertura, donde Guillermina Actis comentó la experiencia a nivel región en términos de políticas que favorecen el acceso abierto a la investigación y la educación. Otro de los paneles más aplaudidos fue el de ‘Diversidad, igualdad e inclusión’, donde se cubrieron aspectos como el neocolonialismo latente detrás de las prácticas de apertura, las voces que aún no se escuchan dentro de la comunidad y cómo las asimetrías de poder se reproducen dentro de los proyectos abiertos.
¿Qué tan abierto trabajamos?
Cerca del cierre, otro de los puntos altos de OpenCon 2017 fue el Do-A-Thon («Hacetón»), una maratón donde cualquiera podía presentar un proyecto que requiriera colaboración y cualquier asistente podía sumarse a colaborar. Todos los proyectos presentados -desde traducciones de materiales educativos hasta apps para facilitar la publicación de datos abiertos– se trabajaron sobre GitHub y toda la documentación de la conferencia y las sesiones se hizo pública también. Un buen recordatorio para ver cuán open estamos trabajando en el día a día.
OpenCon 2017 mostró a las claras que la comunidad detrás del acceso abierto a la investigación, datos y educación es amplia y diversa, y cada vez crece más. Una de las impresiones que quedaron fue la de ver cómo la comunidad está comenzando a matizar la visión romántica de la apertura, incorporando algunas críticas y comenzando a trabajarlas. Esta mirada más realista pero igual de esperanzadora, que tiene en cuenta grises y aspectos no tan brillantes, parece ser un mejor punto de partida para abordar los desafíos que se vienen.