Por qué prohibir Uber hace a una ciudad más colaborativa
Neal Gorenflo, cofundador y editor de Shareable y de Sharing Cities Network, publicó el 25 de julio de 2014 este artículo, originalmente titulado Why Banning Uber Makes Seoul Even More of a Sharing City. Si bien estaba atado a una coyuntura puntual, su razonamiento es rabiosamente actual y puede aplicarse a la expansión de Uber en todo el mundo. Pronto podremos discutir estos puntos con Gorenflo en persona, durante su participación en el encuentro Comunes.
El lunes pasado la ciudad de Seúl dijo que planeaba prohibir Uber, el servicio para pedir autos desde teléfonos inteligentes, y lanzar su propia aplicación oficial para taxis. Algunos reaccionaron cuestionando el credo colaborativo de Seúl, ya que se autoproclama ciudad colaborativa, y maneja la agenda de economía colaborativa más ambiciosa del mundo. ¿No debería respaldar a Uber?
El 7 de julio, en la conferencia FAB 10 en Barcelona, el futurista Bruce Sterling dio un discurso apasionado explicando por qué las ciudades deberían rechazar a Uber, su tipo de economía colaborativa y la horda de corporaciones multinacionales que venden tecnología de “ciudades inteligentes”, tecnología que probablemente concentrará el control y la riqueza en todavía menos manos. El video de su discurso es imprescindible:
Yo digo bravo Seúl. Desarrollá una solución local para pedir taxis. Conservá de manera local el control y la riqueza. Mantenete diferente. Desconectate de maneras inteligentes de la banal y destructiva economía global. Independencia, autosuficiencia, diversidad, resiliencia y equidad caracterizan el camino de las ciudades colaborativas. Hacia allí trabajamos en Shareable con la Sharing Cities Sharing Cities Network y nuestra guía de políticas públicas. Otras ciudades deberían seguir el liderazgo de sentido común de Seúl (y Hamburgo, Bruselas y Berlín). Es más: las ciudades deberían evitar ser atropelladas por el aura de inevitabilidad que compañías como Uber y Airbnb crean con una ola de capital y prensa. Esa táctica es levantada directamente del gastado libro de jugadas de Silicon Valley (que resume el determinismo tecnológico en su forma más virulenta y crasa), pero llevada a un nuevo nivel, todavía más perturbador. Esto es “emprendedorismo de shock”, entendido como en la táctica militar de “shock y pavor”, que se usa para aturdir a los enemigos hasta que se rindan.
Aquí hay una declaración de Uber en reacción a la decisión de Seúl que tipifica la propaganda y la hibris de Silicon Valley (y quizás también su pereza: esto puede ser simplemente el copiar y pegar de un encargado de relaciones públicas de una compañía demasiado ocupada en dominar el mundo como para sintonizar con las realidades locales): “…Seúl está en peligro de permanecer atrapada en el pasado y ser dejada atrás por el movimiento global de la ‘sharing economy’”
¡Es para reírse! Seúl es una de las ciudades más modernas del mundo. Y Uber no debe haber recibido el memo de la iniciativa de Seúl en el marco de la Sharing Cities Network. Seúl lidera el ala urbana del movimiento colaborativo. Es Uber la que representa el pasado.
Una nación, una solución, una app sobre todas (uber alles) es un sueño fallido del siglo XX, no la realidad del siglo XXI que necesitamos. El futuro pertenece a las empresas que distribuyan el control y la riqueza más que a las que los concentren, y este no es un sueño utópico, es una necesidad práctca en crecimiento en función de mantener los clientes en un mundo de coste marginal cero. El ejecutivo de capital de riesgo Brad Burnham dijo lo mismo en la conferencia SHARE, en mayo pasado, tal como reportó el Wall Street Journal en un artículo titulado ”Por qué Uber y Airbnb pueden estar en problemas”.
Seúl puede hacerlo todavía mejor. ¿Por qué no abrir la fuente de la solución local que crearon para pedir taxis, de modo que otras ciudades puedan usarla? Y, ya que el gobierno de la ciudad respalda las startups colaborativas con dinero y recursos públicos, ¿por qué no darle al público más que el simple privilegio de usar los servicios de estas startups? En una conferencia en junio, el ejecutivo de capital de riesgo Chamath Palihapitiya sugirió una tasa de equidad del 1% para la ciudad de San Francisco, como un modo de combatir la gentrificación. Creo que es una gran idea, pero 1% no está ni cerca de ser suficiente y los ciudadanos merecen tener su palabra acerca de los negocios que el estado apoya. Simples consultores suelen obtener el 1% o más. Las ciudades deberían pedir una parte igual a su contribución, y usar su influencia para democratizar los negocios locales. En otras palabras, bien por Seúl por optar por una solución local en lugar de la globalización estilo app de Uber, y por unirse a la iniciativa de las Sharing Cities. Estos pasos van en la dirección correcta; sin embargo, todavía hay mucho más por hacer para repartir la riqueza en las ciudades.
Aclaración: Neal Gorenflo es miembro del Grupo Internacional de Consejeros de Economía Colaborativa de Seúl.